martes, 9 de julio de 2013

La niña de Guatemala

¿Una carta? ¿Un poema? ¿Una rosa? Ni una, ni la otra, ni la que le sigue. Al parecer hoy en día no existen tantos caballeros como en los tiempos de antes; Ya no se ven esos actos de romanticismo, caballerosidad o amor del bueno que eran representados por los jóvenes de antes para cortejar a sus damas. Pero no se desanimen, si eres hombre, aprende de lo que verás a continuación, y si eres mujer, refúgiate en los grandes poetas del siglo pasado o quizás de los nuevos, pero antes, adivina lo de abajo.

Una niña todo su amor le dio,
mas él no lo supo apreciar,
dio palabras de amor a otra
y la niña de amor murió,
fue grave su sufrimiento,
no se lo perdono,
plasmo en un poema el suceso
y el mundo entero se enteró
que la niña de amor murió.

¿Saben de quien hablo? Pues del magnifico José Martí
En la pequeña adivinanza he plasmado mas o menos la trama del poema, es algo realmente conmovedor y hermoso. Cuando escuché la historia no me lo creía  me parecía tan de novela, ademas de exagerada; Me puse a leer sobre el tema y me encontré con una breve y encantadora historia de una chica, llamada María García Granados, algo trágica al final, pero muy profunda. Los invito a leer el poema y a darle ´´clic´´ a los enlaces de abajo.  A leer, mis queridos lectores!





Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor;
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.

Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor;
El volvió, volvió casado;
Ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores;
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores.

Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador;
El volvió con su mujer,
Ella se murió de amor.

Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente ¡la frente
Que más he amado en mi vida!

 Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor;
Dicen que murió de frío,
Yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos;
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.

 Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador;
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!



Entérate más sobre la niña de Guatemala


Escritora: Jannie Es. Es.

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